
La zona arqueológica de Paquimé, un viaje por las culturas precolombinas del norte de México
Chihuahua, agosto 2021
La zona arqueológica de Paguimé y su cultura asociada es poco conocida dentro de la gran cantidad de pueblos precolombinos que poblaron esta parte norte de Mesoamérica y que se encuadra en el actual México.
Para el gran público que desea visitar México y Centroamérica, casi siempre viene les la imagen de sitios arqueológicos con prominentes pirámides referidas a la cultura maya, azteca y muchas otras de la zona. El lector de blog de viajes encontrará cientos de artículos que detallan las más importantes que forman parte de los recorridos turísticos clásicos. En este caso, deseo dar a conocer la zona arqueológica de Paquimé, para mí, la más representativa del norte de México.
¿Dónde se ubica?

Para llegar a la zona arqueológica de Paquimé, primeramente hay que dirigirse a la población de Nuevo Casas Grandes en el noroeste del estado de Chihuahua. Se puede llegar en autobús interurbano que tarda como 4:30 a 5:30 horas. Para el que le guste llegar en vehículo, se ha de tomar la carretera federal que va a la ciudad fronteriza de Agua Prieta. Una vez allí, hay que dirigirse a Casas Grandes que se encuentra como a 12 minutos de Nuevo Casas Grandes https://goo.gl/maps/49fuugfzrJKiCRvn7
En realidad, es la misma población con dos partes separadas 8 kms. Como es de suponer, una representa un parte más nueva, grande y urbanizada y, la otra, mucho más pequeña y antigua, justo donde encuentra esta zona arqueológica.
Cómo era el pueblo Paquimé
Cuando se estableció este pueblo prehispánico no existía ni la Nueva España ni México. Deberíamos precisar más y referirnos a la región Oasisamérica como una amplia zona que comprendía los actuales estados de Chihuahua y Sonora (México), así como de Arizona, Utah, Nuevo México, Colorado, Nevada y California (Estados Unidos).

Paquimé, cuyo significado literal es «sitio de casas grandes», alcanzó su máximo desarrollo entre los siglos XI y XIV, cuyos habitantes se caracterizaron como una sociedad agrícola que aprovechaban al máximo el regadío con técnicas avanzadas para la época gracias a los ríos de esa zona de Norteamérica.
Cultivaban principalmente el maíz que usaban como base para su alimentación. También eran grandes artesanos y fabricantes de utensilios de barro que comercializaban e intercambiaban con otras culturas del norte. Su declive, fruto de grandes sequías e incendios provocados por pueblos rivales acabó en éxodos a zonas más al norte. La interacción con esas otras culturas del norte difuminó ésta por completo. A la llegada de los españoles se supone que los paquimé se habían ya extinguido, pero los cronistas constataron la majestuosidad que vieron de las construcciones con grandes plazas, estructuras cuasi-piramidales y casas diseñadas que algún caso superaban los tres pisos de altura con un diseño singular.
Utilizando solo tierra y agua, los paquímé construyeron más de 1700 cuartos en las edificaciones de varios pisos. Los tres principales complejos de Paquimé se organizaron de manera tal, que dos tercios de los cuartos eran áreas habitacionales y, el otro tercio lo constituían los espacios ceremoniales o públicos. La ciudad era significativa por sus multifamiliares y sus particulares puertas en forma de «T».

Su arquitectura revelaba una gran variedad de usos tales como dormitorios, cocinas, almacenes, plazas interiores, espacios sagrados, talleres y corrales. También había plazas abiertas para el mercado, estructuras ceremoniales, montículos con plantas arquitectónicas en forma de aves decapitadas, juegos de pelotas, y construcciones calendáricas.
La zona arqueológica de Paquimé
La zona arqueológica se encuentra a las afueras de Casas Grandes. Se puede llegar caminando, pero en horas centrales del día puede resultar muy caluroso visitarlo por lo que hay que ir con gorra/sombrero y provistos de agua. Se abre de 9:00 a 17:00 de martes a domingo y la entrada general tiene un coste de 90 pesos, domingos gratis.

Cabe decir que el lugar fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1998 y está dividido en esencia por dos partes: el museo de las culturas del norte y el sitio arqueológico de Paquimé.
El museo de las culturas del norte
Como se puede esperar este museo trata de una manera general todas las culturas prehispánicas del norte, aunque se centra más obviamente en la paquimé. Es un bello edificio desde punto de vista arquitectónico que intenta armonizar con el paisaje semidesértico de la zona.

Cuando fui, sobre las 16:00, estaba el acceso restringido debido al Covid. Insistiendo mucho a la funcionaria de la entrada y, dándole a entender que era la oportunidad de mi vida, accedió a que pasara a las salas, eso sí, me pidió que fuera sin luz artificial. Con la luz natural que entraba por las enormes ventanas de que disponía el edificio tuve suficiente. Aunque eché de menos la de las vitrinas. Aun así, desde aquí le doy mi agradecimiento de nuevo.

Este museo conviene visitarlo con anterioridad al sitio arqueológico de Paquimé para entender mejor esta cultura. Se exhibe una nutrida colección de piezas arqueológicas relacionadas con las culturas del norte donde destaca los objetos de cerámica y de uso para rituales como conchas, huesos, herramientas de piedra que se encontraron durante las excavaciones dirigidas por el «explorador» estadounidense Charles di Peso. Lo entrecomillo porque para muchos fue un saqueador despiadado, numerosas piezas acabaron en galerías de su propiedad en Tucson (Arizona).

Aun así, se puede disfrutar de una manera cronológica, por su diseño interior en espiral, desde muestras desde los primeros pobladores de Paquimé que nos sitúa en el modo de vida, actividad económica, social e incluso religiosa de los comienzos, hasta la época de declive y destrucción.
Me agradó en especial la maqueta en la sala central del museo cuando la funcionaria se acercó y me destapó parcialmente una lona. Al descubrirla me hice una idea general de cómo sería Paquimé en su máximo esplendor.

El sitio arqueológico de Paquimé
A unos 500 metros por una senda señalizada nos lleva a las ruinas del sitio arqueológico. La primera impresión es ver todo un conjunto formado por muros de adobe y barro construido en hileras.

Existen carteles que explican en español e inglés las características y funcionalidad de cada vestigio. Una selección de esta información que obtuve la resumo abajo. Las imágenes no tienen por qué coincidir con estos restos que representan.
La cancha del juego de pelota, similar a las construidas en la zona de Mesoamérica (Centro-Sur de México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador) localizada en el centro de área ceremonial.
La Plaza Principal donde se hacían muchas de las transacciones comerciales, es especial las conchas que venían de Pacífico o las turquesas de más al norte, y la Casa de los cráneos que usaban para colgarlos de una habitación de pisos de arriba.

La Casa de los Pilares: dicen que es la construcción monumental más grande de América en la época precolombina —tengo mis dudas— cuyas habitaciones ocuparían personajes importantes como administradores y sacerdotes. Llegaría a tener cuatro pisos de altura en forma de pirámide escalonada con unos accesos de rampas interiores para subir.
La Casa Subterránea: muchas casas que se construían cerca de los arroyos se hacían cavando una fosa de poca profundidad con postes y cubierta de ramas con lodo batido.
El Montículo de los héroes: desde arriba parece un ave decapitada y dicen que los excavadores fueron los responsables de la destrucción parcial del edificio. Durante la época de la Revolución Mexicana se enterraron revolucionarios que cayeron a manos de las fuerzas del gobierno de Porfirio Díaz, de ahí lo de «los héroes».

El Aljibe y Canal: como he comentado, los paquimé disponían de avanzadas técnicas para acumular y distribuir el agua. Estas obras fueron un claro objetivo para separar el agua de la tierra para distribuirla con posterioridad por gravedad a través de canales subterráneos hechos con lajas de piedra que cruzaban todas las casas.

Como advertencia, al caminar por el sendero y leer cada descripción, puede que os tengáis que imaginar más de lo que realmente veis. Desean reflejar lo que hubo y lo que se supone que habría. Muchas veces lo apoyan con un croquis explicativo. Sinceramente, prefiero verlo así que con con restauraciones postizas y con materiales actuales. También hay muchas zonas de limitado acceso y solo se puede ver de lejos. En cualquier caso, me vi recompensado por poder ver tanto el museo como la zona arqueológica, solo y sin turistas.

El Pueblo de Casas Grandes y Nuevo Casas Grandes
Añado con brevedad estos pueblos, pues considero que puede complementar la visita a la zona arqueológica de Paquimé, y puede resultar un lugar útil para dormir y, desde ahí, proseguir viaje a la frontera o regresar a la ciudad de Chihuahua.
Casas Grandes: Presenta la cara antigua y tradicional. Imprescindible pasear por la Plaza Central. Un aplaza arbolada que converge en un quiosko donde aún se conserva el encanto provinciano. A un lado la Presidencia Municipal, merece contemplar los murales interiores que reflejan la historia del municipio.

El templo de San Antonio de Padua podría completar la visita. Muy blanca, sin excesivos detalles, pero con una sencillez natural que invita a sentarse en un banco en su interior, si no coincide con una misa, y dejarse llevar por el reconfortante aire de los ventiladores que cuelgan del techo. Si el viajero se quedó con ganas de conocer más sobre las culturas del norte debería visitar el museo N’ee Apache, que como dice su nombre está orientado a esta cultura tan desvirtuada en las películas del género western. Una antigua hacienda reconvertida en museo para conocer más el pueblo apache que también ocupó zonas del estado de Chihuahua.
Nueva Casas Grandes: Detrás de sus insípidas y anchas calles; su ambiente norteño mexicano; diversidad de camionetas rancheras; vaqueros urbanos, y una edificación sin carácter, encierra un glorioso pasado ferroviario muy evidente por las reminiscencias de esta época dorada aún presentes en sus calles. Como una negación a renunciar de ese esplendor que por tantos años trajo prosperidad a Nuevo Casas Grandes. La antigua vía del tren se ha armonizado con el entorno ciudadano y los antiguos talleres y cocheras son empleados para usos culturales, además del material ferroviario que permanece en vías secundarias. Hasta un enorme monumento en honor al ferroviario destaca al final de una avenida.

Otro aspecto que llama la atención es la cantidad de elementos chinos repartidos por la ciudad. Con la llegada de la comunidad china a Nuevo Casas Grandes a finales del siglo XIX, la población ganó en negocios y establecimientos comerciales que generaron muchos puestos de trabajo. Lamentablemente, una ola de xenofobia hacia los chinos en muchos puntos del país acabó incluso en genocidio como fue el caso de Torreón, en otros, en un éxodo. El Pueblo Casas Grandes perviven descendientes de aquellos chinos.

Quizás, como una forma de reparación moral o reconocimiento a esta comunidad, se hallan por el pueblo en forma de alegorías asiáticas, puertas chinas y elementos decorativos que recuerdan a pagodas. En mi opinión, me parece una gran idea, pero bastante cutre cuando se mezcla con motivos ferroviarios.
Para concluir
La zona arqueológica de Paquimé no será el primer destino que escoja el viajero aficionado a la arqueología mexicana. Lo sé, pero si eres uno de esos locos o locas que desea visitar destinos fuera del circuito turístico, éste es tu lugar. Una parada más que obligatoria si recorres el norte de México y además, si te gusta el mundo de la arqueología y los pueblos precolombinos.
Si te gustó este post, quizás te gusto este otro de la zona arqueológica de Tazumal en El Salvador
Aunque tarde, aquí estoy, querido Carlos: No conocía, ni conocí cuando estuve en Chihuahua, estas ruinas que nos describes. Lo primero que me viene a la mente es que este pueblo tuvo que tener mezclas con los famosos indios de las películas americanas (apaches, cheyennes, etc.). Lo digo por su expansión hacia el norte. Y lo segundo que me viene a la cabeza, son las ruinas de Chan Chan, en Trujillo, Perú, de los chimúes, también arquitectura de barro que, lógicamente, ha tenido una mala conservación.
Bueno, me alegra leerte y, sobre todo, ver que todavía somos útiles «descubridores» de pueblos originales.
Un abrazote.
Mucha gracias Blas. Como ves siempre tiro y miro para México. Un saludote