
Hablar de la Valencia venezolana, es hablar de una ciudad muy diferente a su homónima española. Es hablar de la ciudad más importante de la Región Central de Venezuela. Industrial, llena de actividad económica, y como la española, la tercera más poblada del país.
Valencia. Venezuela, Febrero 2012
Esta ciudad del Estado de Carabobo, puede que a primera vista, no ofrezca casi ningún estímulo para el turismo tradicional, sin playa, ni atractivos culturales de relevancia, pero por su ubicación, puede ser una buena base para ir a otros lugares de más interés por el país, o para desplazarse en avión en vuelo directo a las cercanas Antillas Holandesas.
El visitante que llegue Valencia no encontrará ningún parecido con la mediterránea, si exceptuamos algún restaurante que sirva la internacional paella valenciana o como curiosidad graciosa, el omnipresente color rojo de la camisa de su alcalde, el mismo color que viste comúnmente su homóloga valenciana.
Desde Caracas son algo más de dos horas en el autobús de Aeroexpresos Ejecutivos, que yo los llamaría «AeroPolares Ejecutivos» por la gélida temperatura del interior de los mismos, algo muy común en los autobuses interurbanos de Venezuela. Eso sí, una flota muy moderna, y que cuando está uno esperando parece que vaya a tomar un avión, incluso el equipaje se recoge en cinta transportadora.
Con un «Bienvenido a Valencia» junto con un «Socialismo es eficiencia» es como recibe esta ciudad al viajero en un gran cartel de la terminal del bus de Valencia, la cual esta está bastante alejada del centro, pero que le sorprenderá por sus numerosas cúpulas verdes del más estilo medieval que rodean la cornisa de la misma.
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Mercacenter del Boulevard de la Constitución. |
Si bien la ciudad tiene algunos parques interesantes para pasear como el Parque Fernando Peñalver o el Parque municipal Casuco, lo mejor para conocer la ciudad es tomar cualquiera de los buses urbanos que atraviesan las grandes avenidas de la ciudad y te aproximan bastante al centro histórico.
También dispone de un moderno sistema de metro de dos líneas que el mismo Presidente Hugo Chávez se encargó de inaugurar manejando un tren en loor de multitudes a su más estilo populista. El precio del billete de 0.50VEB (0.06€), es sin ningún lugar a dudas el más barato que he visto en el mundo, yo diría que es un precio simbólico, muchísimo más barato que los de México DF o El Cairo, que hasta entonces, los tenía catalogados como tales.
Las paradas más céntricas son las Lara y Cedeño, que le deja al viajero al pie del Boulevard de la Constitución.
La mejor punto de partida es recorriendo las calles peatonales que van a dar a la Plaza Bolívar que es donde se centra mayormente toda la activa comercial de la ciudad, así como las calles transversales.
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Vendedor de Tizana, Boulevard de la Constitución. |
El Boulevard de La Constitución es la gran arteria comercial que atraviesa el centro en un largo paseo peatonal. Numerosas tiendas de ropa, pero ni mucho menos se trata de una milla de oro con marcas internacionales, más bien de marcas locales y de uso diario. Es muy probable que además de los comercios, el viajero se encuentre con carritos ambulantes de Tizana y Chicha. La primera es muy parecido a la típica macedonia de frutas con trozos de frutas, y la Chicha en Venezuela es una bebida de arroz con leche y canela donde los chicheros las venden por muchas calles del país.
Hasta me sorprendió ver un restaurante de paella valenciana llamado Rubio´s con su cocinero en la entrada que vendía raciones para llevar. Poco se parecía a la auténtica, pero a los valencianos venezolanos si les debía gustar porque no daba abasto vendiendo su peculiar paella.
También aunque no están permitidos, hay buhoneros o vendedores ambulantes con puestos de Cds.
Pero sin duda el mayor foco de interés y donde más ha de poner la mirada el viajero es en la Plaza de Bolívar.
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Catedral de Valencia. |
Verdaderamente, desde mi primer visita hace 8 años a esta última, pude observar una profunda transformación de la misma.
Es una de esas plazas como tantas en Latinoamérica que se sienta uno en un banco y pueden pasar horas y horas disfrutando de la gente pasar, o como dirían los norteamericanos hacer «Peoplewatching», o simplemente entretenerse viendo como los limpiabotas hacen su trabajo de brillo y lustre, los vendedores de helado que hacen notar su presencia con las campanitas de su carrito.
Interminables monólogos de predicadores evangélicos, que caminando en un pausado y constante recorrido de avance y retroceso, y que con Biblia en mano, tratan de transmitir su mensaje ante la gente sentada en los bancos que interesada o desinteresadamente escuchan el sermón.
Niños jugando a la pelota, y de vez en cuando alguna iguana que se deja ver a pleno sol, que junto a los pájaros, se han hecho con el derecho de tomar la plaza para habitarla.
La blanca Catedral de la Virgen del Socorro en un lateral es el edificio más relevante de la Plaza que con su eclipsada fachada por los altos arboles que la tapan, no tiene gran interés arquitectónico.
Y en medio la Plaza no puede faltar el libertador Bolívar, que aún no siendo de gran tamaño, se conserva intacto en la plaza tras la remodelación. Es como diríamos los valencianos, un ninot indultado y cuya figura es constantemente homenajeada y queda simbolizada como en tantas y tantas plazas de lo que fue la Gran Colombia.
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Plaza Bolívar. |
Lo que si me quedó claro es que los valencianos se sienten muy a gusto y orgullosos con esta nueva plaza.
-«A que le gusta como quedó». Es como me contestó el Alcalde la Ciudad, el Señor Edgardo Parra con el que tuve el gusto de conversar aprovechando un acto de entrega de cédulas de propiedad en la misma plaza, y tras decirle lo cambiada que la había visto desde mi primera visita a esta ciudad hace 6 años.
Alcalde que nunca estuvo en la Valencia española, y ni mucho menos conocía el nombre de su homóloga Rita Barberá, pero que le gustaría visitarla alguna vez.
Como curiosidad, en la actualidad se encuentra cumpliendo una pena en la cárcel por corrupción.
En el centro también hay edificios civiles muy interesantes, de aspecto neoclásico y que se encuentran mayoritariamente en la cercana Plaza Sucre e inmediaciones.
Algunos eran inicialmente para fines religiosos en su época colonial, pero terminaron en un uso civil y universitario.
Destaco el Paraninfo de la Universidad de Carabobo que en su día fue el convento de San Francisco, el Capitolio que corresponde al edificio de gobernación, Casa de Páez y el Teatro Municipal.
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Puesto ambulante de choripán. |
En el plano más culinario, para matar el hambre no hay más que sentarse en los tantos puestos que hay de perritos calientes que hay en el centro, que además de la salchicha le meten de todos los ingredientes que le pidas incluidas papas fritas y las salsas al gusto.
También el Choripán en versión venezolana, una exquisitez que no se puede perder el viajero en esta ciudad. Recomiendo enormemente el Pinchoripán de la esquina de Díaz Moreno con la calle Rondón. Con el lema «si no le gusta, no lo paga», no hay lugar a equivocaciones. Nada tiene que envidiar a los que se pueda comer uno en Argentina o Uruguay.
Para los estómagos más exigentes, un lugar, la Tasca el andaluz, en la calle Libertad junto a la Plaza Bolívar, que aunque el nombre pueda confundir a más de uno, no sirven ni jamón Guijuelo ,ni pescadito fritos, ni manzanillas. Eso sí, empanadas, arepas y crepas tienen de lo mejor. Acompañada claro está, de salsa rosada y de la guasacaca, otra gran salsa venezolana que no puede faltar en la mesa.
También hay muchos otros restaurantes donde probar el famoso pabellón criollo y otros platos combinados. Cuando se escuche por parte del camarero la palabra «contorno» no es más que el acompañamiento que puede ser arroz, frijoles, patatas, etc.
Recomiendo probar el papelón, que es un refresco natural de panela con limón para tomar en la comida
Recomiendo probar el papelón, que es un refresco natural de panela con limón para tomar en la comida
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Con el Alcalde D. Edgardo Parra |
Y para los cafeteros, la panadería Latorre en la Calle Urdaneta es la mejor preferencia. Las cafeterías legendarias donde pasarse un buen rato degustando un café se pueden consideran inexistentes y también las del estilo «Starbucks». En Valencia así como en el resto de Venezuela, los cafés se suelen servir en vaso desechable. Muy raramente lo verá el viajero en taza por mucha clase que tenga el lugar. En esta panadería que menciono al menos disponen de un gran surtido de repostería para acompañar el café.
El tema de la repostería es un mundo, no sólo en Venezuela sino en cualquier país de Latinoamérica. Incluso en un mismo país, los nombres de las piezas de pan dulce puede variar de una ciudad a otra. Lo mejor es dejarse llevar por el antojo de la vista y elegir el que entre por los ojos. Hay de todo tipo, formas y sabores.
Al pedir el café, tendrá que pedirlo como negro si lo quiere sólo. Si se quiere con algo de leche marrón clarito, y con mas leche, café con leche. Para un café muy suave y colado, Guayuyito.
Si hablamos de donde acomodarse, la oferta hotelera es escasa, deficiente y muy cara en la ciudad para los estándares de sus países del entorno.
Sí es cierto que con la recién devaluación sobre un 30% del Bolívar BEV, se va equilibrando a unos precios más reales. En cualquier caso, aunque es ilegal, al viajero no le queda más remedio que recurrir al mercado negro para buscar bolívares, y además, los cajeros automáticos no dispensan dinero a las tarjetas internacionales. Esto es en toda Venezuela.
En el centro, el Hotel Colón. Hotel de los años 50 con una habitación sencilla muy espartana costaba 280 VEB, que venía a ser al cambio oficial 50€.
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Paella valenciana para llevar. |
Una buena opción es el Hotel Carabobo de 120VEB (15€) que está a un par de cuadras de la Plaza Bolívar. Un hotel muy básico, sin ningún lujo. Me dio la sensación de ser el único huésped de todo el hotel, pero el Club Hípico del primer piso bien merece una visita para cenar tranquilo por la noche, y más cuando el panorama nocturno de la ciudad no invita demasiado a dar muchas vueltas, ni aventurarse a buscar restaurantes.
Si no es así , el viajero tendrá que recurrir a los tenebrosos moteles que usan las parejas por horas, y muchos de ellos rodeados de numerosos e intimidantes transformistas nocturnos que merodean las calles adyacentes del centro.
Muchas veces, y para un foráneo, no se sabe bien a primera vista si se trata de un motel de este tipo o más familiar, pero cuando pregunte por la tarifa y le respondan «cuantas horas», ya debe de suponer uno que es un motel para parejas.
Para concluir este relato, sin ser una ciudad imprescindible para visitar, el viajero en Valencia encontrará una Venezuela en su estado natural. Un lugar ideal para tantear el país y su gente, y con el que se llevará mejor que nadie en su corazón, la realidad de este bello país sudamericano.
Prohibida la copia parcial o total del relato y de las imagenes sin consentimiento del autor y bajo la citación del mismo
Muchas gracias muy interesante!!
Se me hace curioso el precio del metro….cómo se mantiene con esos precios?? O acaso en ésta Valencia la "otra" pagamos demasiado?
¿Te encontrarías como en casa, no?. Bueno, ya dices que no tenía nada que ver con la "Valencia-de-Rita".
Tu hablas del 'choripan', pero yo recuerdo algo muy habitual, las 'arepas'. Sin duda, lo mejor para matar el hambre, cuando en un largo viaje el autobús para en uno de esos sitios de carretera.
Interesante tu 'post', sazonado con cantidad de detalles.
Un abrazo.
merece la pena por lo que nos muestras
un abrazo y gran entrada