BEHESHT-E ZAHRA. Los mártires de la sinrazón.

En Teherán se encuentra el cementerio más grande de Irán, pero también donde se junta el dolor, lo absurdo, el sinsentido de las secuelas de una estúpida guerra entre dos países hermanos…

 

 

Irán, Diciembre 2013
 
En el sudoeste de la capital Iraní, accesible desde la línea 1 del Metro de Teherán, parada Haram-e motahhar, podemos visitar el cementerio Beheresht-e Zahra, que en persa significa algo como «el Paraíso del florecimiento».
 
Son más de 1.3 millones de tumbas esparcidas en una gran superficie de las afueras de la ciudad, que podemos contemplar entre cuadriculadas áreas delimitadas por caminos de gravilla.

Un inmenso lecho de almas, la mayoría de gente común, alineadas sobre idénticas losas de cemento y diferenciadas únicamente por el nombre del difunto. Pocas flores, apenas pétalos blancos de rosas y otras con granos de arroz y trigo sobre la lápida. Un silencio sepulcral impera todo el camposanto que apenas se rompe por el roce del viento con las hojas de pinos y cipreses que rodean las tumbas.
Pero lo que más impacta al viajero es la zona de los mártires de guerra.
Cabe recordar el conflicto armado que se desencadenó en la década de los Ochenta entre Irán e Iraq por la pugna territorial de la próspera zona del Shatt al-Arab.

Unas consecuencias demoledoras para ambos países con más de un millón de muertos.
 
Si recorremos el país por carretera, al atravesar pueblos, no es muy difícil encontrar en las entradas y salidas de los cascos urbanos, pósteres en las medianas de las avenidas con mártires de esta guerra. La mayoría con aspecto muy joven y rostros con la inocencia pérdida en una estúpida guerra.

 
En el Beheresht-e Zahra, el viajero se conmoverá mucho más al ver tantos y tantos fallecidos fruto de este conflicto bélico.
Todos con su uniforme militar junto a su fusil, otros al lado de su avión caza, con el carro de combate. Siempre presentados en su faceta militar de su corta vida.
 
Muchas banderas iraníes, y sobretodo las omnipresentes fotos de los líderes políticos y espirituales Ayatolá Jomeini y Alí Jamenei. Un tándem inseparable, como «santos» que acompañan en las tumbas a la fotografía de los fallecidos. Una muestra de entrega a sus padres espirituales y de la patria hasta en la muerte.
 
La zona de los mártires dispone para visitar, un memorial en un recinto donde se exhiben cartas, máscaras antigás, libros del Corán y demás objetos de personales de combatientes.
El Mausoleo Tir es otro lugar ineludible, más por su arquitectura, donde también yacen personalidades y funcionarios relevantes durante la revolución.
 
Y en medio de todo ello, y en las áreas comunes, más y más monumentos. Unos de carácter religioso como el del Hajj que rememora a los centenares de fallecidos en una estampida de una peregrinación en la Meca, y otros de carácter puramente bélico con misiles, submarinos, carros de combate, etc.
 
No muy lejos de allí, se puede aprovechar, y visitar el enorme y faraónico mausoleo de Ayatolá Jomeini, ahora en renovación y lleno de andamiaje. Un lugar que a más de uno le hará reflexionar…
El cementerio Beheresht-e Zahra puede no ser un lugar icónico de obligada visita para los viajeros que vengan a este país. Apenas las guías de viaje lo mencionan como un lugar secundario, pero culturalmente para mí, estos lugares tienen mucho valor para conocer la idiosincrasia, carácter, y pasado de un país. Nos muestran las cicatrices de sus heridas que no nos muestran otros lugares y nos remueven la conciencia para ver las cosas con otra perspectiva…
 
 
 
 

3 Comments

  1. Por la fecha que incluyes al principio, veo que lo tienes reciente. ¡Cuanto se aprende en las visitas a los cementerios si los miras con detenimiento!.
    Suelo visitarlos cuando me acuerdo y siento ganas. En este caso tuyo, era casi una obligación visitar a "los mártires de la sinrazón".
    Un abrazo, "Carlos el viajero".

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