BARANAVICHY. Un cruce de caminos y una ciudad de contrastes en Bielorrusia

Una ciudad de esas que se visitas y que no sabes por qué, pero la visitas. Si vas a Bielorrusia toma nota y entenderás por qué

Bielorrusia. Octubre 2018

Después de pasar dos días paeseándome por Minsk, obtuve la necesidad de ver algo más. Las capitales son la gran puerta de entrada de un país pero no aportan del todo la naturalidad que uno busca.

La cuestión era tomar un tren e ir a cualquier lado. A una distancia no superior a 150 kms para poder volver el mismo día. La decisión fue complicada porque la información que hay de Bielorrusia por la red internet era my escasa y  había que moverse un poco por instinto. Un día lo dediqué a Babruysk, de la que hablaré en otra ocasión, y otra a Baranavichy. Fueron elegidas sin ninguna razón, y como quién dice, por tomar el primer tren que haya para algún rumbo.

Una de las cosas que más valoro de los países del Este es la facilidad para moverse en ferrocarril y hay que aprovecharse de ello. Por tanto hay que ir a la Estación de  Minsk-Passazhyrski. Una moderna estación que sorprende al viajero pero con el problema de estar todo escrito en cirílico, y si no conoces el bielorruso o el ruso, es complicado informarse de trenes y horarios. El conocimiento de inglés es escaso incluso entre la población joven.

             Tren para Baranavichy

Me dirijí a una taquilla y con el móvil le mostré el nombre a la señora factora de la taquilla para que leyera Baranavichy en bielorruso «Баранавічы» y ya me lo vendió. Una señora por cierto con unos ojos claros muy expresivos, y que por su semblante, no estaba mucho para bromas.

Una vez en el tren, el trayecto fue cómodo y entretenido con el paisaje verde y arbolado, y en menos de hora y media me dejó en la estación de Baranavichy. La estación algo alejada del centro me hizo tomar un bus urbano que me llevara al centro.

La  primera impresión, una ciudad carente de sustancia y más cuando bajo el cielo gris se veía sobresalir diversas chimeneas industriales, enormes torres de agua y conductos de gas de gran sección. Incluso esperaba visualizar en algún momento, a juego con lo anterior, un misil balístico que según lo poquito que Wikipedia contaba de la ciudad, estaba erigido en un parque junto a un bloque de viviendas. Luego me enteré que ya lo habían quitado.

La ciudad además rodeada de vías ferroviarias como gran nudo que es Banavichy y que conecta el Este y Sur de Bielorrusia con Polonia y Ucrania por ferrocarril. Un mar de vías que se pueden ver a poco que se cruce el viajero los dos grandes puentes de la ciudad.

                     Puente de Baranavichy bajo la playa de vías ferroviarias

Demasiada frustración no podía durar más, sólo consolado por el movimiento de los largos trenes de mercancías que contemplaba desde el puente.  Caminando empezaba a encontrar zonas verdes y un lago impronunciable llamado Sviatsilauskae que empezaba a hacer más agradable la escena urbana.  Una iglesia ortodoxa de madera cuyo nombre no puedo reseñar, y que me cautivó a primera vista detrás del mismo lago que es la corresponde a la cabecera del post.

No era hora de culto ni había nadie excepto una señora a la entrada como en muchas iglesias ortodoxas donde puedes adquirir una velita además de comprar alguna estampa, abalorio típico de esos lugares de culto. Se notaba alegre con mi presencia y me decía cosas que no entendía. Yo solo respondía con una sonrisa. El caso es que a veces uno no actúa bien en estos lugares por desconocimiento y no sabes si estás haciendo lo adecuado, pero tras contemplar las típicas imágenes bidimensionales del interior detenida y detalladamente, y notando ella mi interés que ponía por todo el arte, me despidió con una sonrisa e inesperada estampita de regalo.

                                       Iglesia Ortodoxa de Baranavichy

El paseo entre del verde pasto del parque, mezclado con los tonos rojizos de las hojas caídas de los árboles, hacía del lugar un otoño idílico. Me topé con algún que otro pescador medio oculto entre los juncos del lago. No sé si estaría muy entretenido con su pesca pero al menos si lo estaba con los meneos que le metía a una botellita que supongo que sería de Krambambula. La bebida nacional del Bielorrusia parecido al vodka pero con un color más tirando a ocre.

Pocos metros después me tope con un convento católico de Las Hermanas de la Sagrada Familia que estaba cerrado y ya me entretuve después de lleno en el corazón de la ciudad.

           Congregación de hermanas misioneras de La sagrada Familia de Baranavichy

Tomé un bus urbano al azar y desde la ventanilla vi una estatua en lo alto con gorra en mano y mirando con lozanía. Me bajé y era el omnipresente Lenin. Su estigma y símbolos al más estilo soviético siguen presentes en este país comunista como no podía ser de otra manera, y ahí estaba en lo alto como divisando toda la escena urbana y bien entretenido.

Si os da hambre no os perdáis un clásica pastelería que hay justo detrás: la Dolce Vita, y probar alguna delicias que hacen en la región de Brest a la que pertenece Baranavichy. Dejad que vuestro instinto y ojos señale con vuestro dedo lo que os antoja y las chicas del local os lo servirán con especial encanto. Un buen lugar para sentarse y tomarse un descanso o para un café también.

                                                              Estatua de Lenin de Baranavichy

No muy lejos de la estatua, a unos 200 metros por la avenida principal y más comercial de la ciudad, me topé con un memorial enmarmolado con la llama eterna que recordaba a caídos de la Segunda Guerra Mundial. Otro más de los que te encuentras por estas latitudes y que os muestro en la siguiente foto.

                                     Memorial de la WWII en Baranavichy

Muy cerca, en una plaza ajardinada me encontré, lo que fue para mí, con lo más icónico de la ciudad: La Iglesia Ortodoxa de St Alexander Nevsky. No es difícil detectarla por su blancura y sus negras cúpulas. Sobria pero elegante y más con su brillante y dorada capilla que se encuentra a su derecha. Siguiendo por la misma plaza llama la curiosidad ver una alargada vitrina que casi la cubre lateralmente con posters de la alcaldesa y concejales de la ciudad.

                                  Catedral Ortodoxa de St. Alexander Nevsky

El resto de la ciudad eran calles más o menos cuadriculadas con pocos detalles con el cual detenerse. Cada pocas calles, un jardín cuidado para sentarse y descansar. Estamos hablando de una ciudad de 170 mil habitantes por lo que en una jornada es suficiente para ver lo principal. Cabe decir que al igual que en Minsk el servicio de Uber está muy presente, en Banavichy no lo está, pero hay buen servicio de autobús. Salvando el inconveniente de que no está hecho para extranjeros pues solo está en bielorruso y las paradas no están muy determinadas. A no ser que lo toméis como hice yo unas cuantas veces y os bajéis donde os lata según lo que veáis de atractivo desde la vetanilla.

En los autobuses llevan cobradora, digo cobradora porque solo vi mujeres y os venden el boleto. Una vez comprado hay que timbrarlos en un una especie de botón rojo. De otro modo os meterán un puro pues es como si viajaráis gratis. Ya me pasó una vez en Babruisk.

                                          Rincones de Baranavichy

Para terminar mi recorrido por Baranavichy, era ya cuestión de acercarme poco a poco a la estación ferroviaria y comprar un billete para Minsk. El problema surgió cuando poco antes de llegar, me topé con un museo ferroviario, que como sabréis si me habéis seguido un poco son mi perdición. Y la tentación me pudo para hacer una visita.

Como podéis ver en el colage, muchas son herencia de época soviética y que tan buen servicio dieron durante años a muchas de la ex-repúblicas de la antigua URSS. Lo mejor es que quitando el que me cobró la entrada por un módico precio no había nadie más. Todo para mí solito.

Museo ferroviario de Baranavichy

Y pasó lo que pasó, que perdí el tren que tenía previsto por 5 minutos. El siguiente era 2 horas después, por lo que opté por tomar una Marshrutka o la típica buseta de estos países del Este que tan usadas son para transportarse. La estación de autobuses y Marshrutkas está enfrente de la estación ferroviaria

Decía adiós a esta ciudad que seguramente no visites, o sí ¿Por qué no? O quizás otra similar que te lleve el instinto y no la Lonely Planet ni nadie que haya escrito antes sobre ella. También es bueno convertirse en descubridor y decir pues ya la vi con mi ojos y puedo hablar de ella… Apuesto amigo viajero que también tienes lugares de esos…

Lago Sviatsilauskae de Baranavichy

Si te gusto este post quizá te guste este otro de Tiraspol en Transnistria.

By Carlos Martinez.  La reproducción parcial o total de textos y/o fotos sin ánimo de lucro se podrá solo con autorización del autor, en cuyo caso vendrá citada la fuente. En cualquier otro caso queda terminantemente prohibida.

1 Comment

  1. Pues qué quieres que te diga ‘Carlos el viajero’: le has sacado un buen partido a ‘tu ciudad’ bielorrusa (BARANAVICHY), una ciudad de esas que nunca visitarías, pero después de haber pasado por el trance, dejan en la memoria, o en tu cabeza viajera, un sabor especial. Espero que te haya sucedido eso, y, por lo que describes, creo que sí. Y sí, creo que en alguna ocasión, me ha pasado algo parecido. Pero un viaje también es eso, vivir un sin-sentido de vez en cuando. Te rejuvenece.

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